Chagas

La enfermedad de Chagas (ECha), resultado de la infección por el Trypanosoma cruzi, afecta varias poblaciones de las zonas rurales de Suramérica y América Central. En los últimos años la enfermedad ha cobrado importancia epidemiológica no sólo porque se ha incrementado la detección de casos, sino por la presencia, en la infección crónica, de cardiopatía, patología de considerable gravedad clínica y cuya aparición aumenta el riesgo de incapacidad y reducción de la expectativa de vida.

Descripción

La enfermedad de Chagas es una de las enfermedades transmitidas por vectores de mayor importancia en salud pública en el país, principalmente por las manifestaciones de la fase crónica representadas en la cardiomiopatía. Además, por tratarse de una patología con una historia natural compleja, con frecuencia se manejan conceptos equivocados. La detección oportuna y el manejo adecuado de la enfermedad de Chagas en el país requieren de una difusión amplia de los conceptos y recomendaciones, la adopción de protocolos de atención adecuados y una intensa gestión con los diferentes actores del sistema que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas infectadas con el Trypanosoma cruzi.

Vector: Triatomino

La incidencia en el continente ha disminuido gracias a los avances en atención y diagnóstico de los últimos 20 años. Algunos aspectos que hacen especial esta patología son sus diversos mecanismos de transmisión y sus fases clínicas que difieren en patogenia, sintomatología y diagnóstico.  El mal de Chagas, como también es llamado en otras partes de la región, comprende dos fases clínicas: la fase aguda inicia en el momento en que el parásito ingresa al organismo, invade diversas células de los tejidos y se replica rápidamente.

Parasito: Trypanosoma cruzi

El periodo de incubación depende del mecanismo de transmisión. Cerca del 95 % de los pacientes infectados no desarrollan síntomas y los que lo hacen presentan síntomas poco específicos que van desde fiebre prolongada por más de 7 días, malestar generalizado, hepatomegalia, esplenomegalia, cardiopatía aguda, adenopatías y edema en cara o miembros. La tasa de letalidad para esta fase de la enfermedad está entre el 5 % y el 15 % dependiendo de la zona en la que se documenten los casos. La segunda fase clínica es la crónica, inicia cuando la parasitemia disminuye a niveles indetectables y desaparecen los síntomas clínicos agudos; estos cambios pueden ocurrir a partir del segundo al cuarto mes después de la infección inicial.

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